La guitarra de Jorge Valenzuela
- alelavinrojas
- 12 ago 2021
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 23 sept 2021

UN PUENTE ENTRE LO POPULAR Y CLÁSICO
Jorge Valenzuela Parra (Talca, 1923-2005) compuso canciones y piezas instrumentales, adaptó a la guitarra clásica temas folclóricos y populares. Musicalizó la obra de poetas, en especial de la región del Maule, realizó versiones de canciones de compositores como Honorio Concha. También cumplió una labor de formación, enseñando guitarra y haciendo clases de música.
A los cinco años queda huérfano de padre y madre y es criado por una joven tía junto a sus hermanos, desde entonces recibió instrucción de mandolina, guitarra y violín, cuando apenas tenía siete años participó junto a sus hermanos en el grupo Los hermanos Valenzuela [2]. En su juventud conoció una gran variedad de estilos, primero en su trabajo en las radio Lautaro y Portales de Talca, como locutor y artista, y más adelante en la radio Fénix y la boite Embacy, ambas de Concepción, verdadero polo internacional de artistas, allí entró de lleno a la música popular: el tango, el bolero, el fox-trot, la cueca, la tonada, entre otros ritmos latinoamericanos que circulaban en la época, así como la música litoraleña de Paraguay o el bayón de la Colombia amazónica. Luego partió a Santiago como guitarrista de Ester Soré, y realizó giras nacionales con Los Estudiantes rítmicos, la primera orquesta de música popular en Chile. Realizó grabaciones en la Rca Víctor. Todo eso y Jorge Valenzuela no pasaba los veinte años, ¿y luego?, graba con el grupo Los huastecos del sur, especializados en huapangos mexicanos, con quienes estuvo seis meses trabajando para radio Corporación en Santiago.
Más tarde Jorge Valenzuela parece abandonar momentáneamente el mundo de la música popular y se concentra en el estudio de la música clásica, especialmente en la interpretación de la guitarra [3]. Ya había tenido maestros de niño y de adulto continúa sus estudios en el Conservatorio de Talca, siguiendo la escuela de Andrés Segovia. También compone e interpreta piezas donde tienen cabida todas sus influencias. Si en su juventud temprana se sumerge de lleno en los ritmos latinoamericanos, populares, folclóricos y modernos, eso hallará eco en la síntesis que logra en las piezas instrumentales que compone. De manera recíproca la guitarra clásica adornará enérgicamente sus interpretaciones de música popular y dotará de recursos dramáticos a los acompañamientos, los que asumen la importancia y complejidad de una voz solista.

En cuanto a su estilo de tocar la guitarra, Valenzuela realiza una explicación, breve pero precisa, a la audiencia de un concierto realizado en 1987 en Cauquenes [4] y transmitido al aire unos días más tarde por la radio Dinastía:
Quiero comenzar haciendo un homenaje por el hombre que más hizo por la guitarra, y que falleció hace pocos días a los 85 años, habiendo sido el mejor guitarrista del mundo hasta el día de su muerte: Andrés Segovia, un guitarrista español. Voy a brindar mis dos primeras piezas clásicas en homenaje a él, la primera es un minueto que le pertenece a este gran guitarrista que marcó una época en la guitarra, porque fue uno de los primeros que llevó la guitarra hacia los conciertos, que era en ese tiempo solo folclórica y flamenca, hizo la guitarra clásica, con un estilo, una escuela muy propia, y yo, en mis estudios, he tratado de adoptar la misma escuela, que consiste en tocar la guitarra con las yemas de los dedos y un poquitito la uña, se produce entonces un sonido muy suave, que es diferente a esa escuela donde toca el maestro con las uñas, principalmente para darle más sonoridad, aquí se le da un poquitito menos de sonoridad, pero se le da más brillo. Por ese maestro, toco mis dos primeras piezas.
Ese concierto en Cauquenes es significativo en la trayectoria de Valenzuela en varios aspectos, primero como reconocimiento público, además se presenta en un momento en que sus facultades interpretativas estaban plenas. En ese homenaje que realiza a Andrés Segovia al comenzar sus interpretaciones, Jorge Valenzuela también declara una especie de credo que él practicó a lo largo de su vida: la importancia de llevar algunas melodías populares a la categoría de pieza clásica. Cuando el locutor de radio Dinastía presenta el concierto, lo hace dentro del programa La gran música, que se presenta como: “un espacio con las obras cumbres de los grandes maestros”. Y continúa la introducción al programa:
“En la primera parte consulta lo que podríamos llamar música docta y también la música clásica popular, que de tanto echar raíces en el gusto del público se ha convertido en clásica. En la segunda parte, el programa ya es netamente popular, vamos a hacer una excepción de lo que es el esquema habitual de La gran música, y como adhesión a los 150 años del Liceo de Hombres”.
Interpretar piezas musicales populares, temas atesorados por la gente, con los recursos de la guitarra clásica, requería por entonces algún tipo de justificación. Ese cuidado de traspasar lo eminentemente clásico, o docto, no es raro si se considera la división atávica que separa lo culto de lo popular, en especial en zonas agrícolas donde la jerarquización social es un orden que se reproduce en la vida cotidiana. Gracias al trabajo de músicos como Jorge Valenzuela, se ha logrado resquebrajar ese imaginario provinciano, en que lo europeo goza de una categoría superior frente a lo popular. Las categorías de clásico, docto, popular, tienen un eco decimonónico en la provincia de las haciendas. Ese deslumbramiento por la cultura europea relega a lo popular a expresiones del bajo pueblo, reservado para eventos festivos, ceremonias campesinas, mientras que la música clásica es para los salones y conciertos. Ante ese panorama, Jorge Valenzuela interpretó a lo largo de su vida temas clásicos en guitarra, así como canciones populares con los recursos técnicos de la guitarra clásica, esa actitud sostenida a lo largo de una vida, viene a poner en jaque a esa separación entre esas formas de comprender la música.
NOTAS
[2] Alejandro Morales relata: “Cuando niño tenían un conjunto con los hermanos que tocaban en las fiestas de Talca y la gente más pudiente los contrataba y él tocaba el violín, entonces decía que el más chico estaba tocando y se quedaba dormido. Una vez que lo contrató un señor, era tarde ya y los llamó para la cocina y les dijo llévense unas presas de pollo que hay por acá para que se las lleven a su casa, él vio que pudo ser una familia muy humilde. Como no hallaban donde llevarlas entonces abrieron el estuche del violín y metieron todas las presas, entonces cuando se iban devolviendo por la mitad de la pista de baile se le abre al niño el estuche y caen los pollos al suelo, entonces toda la gente se puso a reír, una risa general, porque todos pensaban que ellos se estaban robando las presas de pollo.”
[3] “Alrededor de los años cuarenta, vine de visita a Talca a ver a la tía que me había criado a mí y a mis cinco hermanos. Ella me solicita que me quede; posteriormente me consigue un trabajo en Correos, donde llegué a ser jefe en la sección de giros. Después de mi jubilación retomo fuertemente las actividades artísticas, dedicándome a la composición y a diversas actuaciones y tareas culturales en la región. Formé el coro Honorio Concha, con 120 voces; ensayábamos en el segundo piso del diario La Mañana. Más tarde creamos el trío Huapi, con los hermanos Ávila”. (Entrevista de Mario Meléndez para revista Rayuela, Talca, octubre 2001).
[4] Concierto realizado en el Aula Magna del Liceo de Hombres de Cauquenes (hoy Liceo Antonio Varas), el 06 de agosto de 1987, para la celebración de los 150 años del establecimiento. Fue organizado por el compositor y profesor de música cauquenino, Alejandro Morales y transmitido por Radio Dinastía. El programa de dicho concierto incluyó en su primera parte, obras clásicas y clásicas populares: Minueto de Andrés Segovia, Bosques de Jorge Valenzuela, Gracias a la vida de Violeta Parra, Romance anónimo del siglo XV, Pieza gitana virtuosa (instrumental sin identificar), Recuerdos de la Alhambra de Tárrega, Vida y muerte de Jorge Valenzuela. La segunda parte, integrada por piezas de música popular estuvo integrado por: Alfonsina y el mar, Canción con todos de Armando Tejada Gómez y César Isella, Vírgenes del Sol (tema instrumental de inspiración incaica), El unicornio azul de Silvio Rodríguez, Adiós al séptimo de línea (instrumental), Los pescadores (una canción litoraleña), y para finalizar una tonada de Honorio Concha, titulada Para mi chiquillo regalón.
Felipe M. M.
Talca, invierno 2021
Que alegría tan grande encontrar esta página, fue mi profesor hace cuarenta y tantos años, siempre lo recuerdo por su paciencia, ternura y caballerosidad, me mandaron su página de YouTube pero no encuentro una canción de se llamaba "Betún" y era de un niño lustreabotas que era hermosa y siempre le pedía la cantará
Muchas gracias de nuevo
que hermoso trabajo, es una tremenda reliquia, hay alguna posibilidad de contactarme con algún familiar de don Jorge?, estaré atento, muchas gracias!